Alguna vez me enseñaron, en un taller literario en Santiago de cuyo nombre no puedo acordarme, que escribir es como confeccionar un tejido: que los puntos y patrones que se emplean para ejecutar la obra se justifican en el todo. Es decir, que nada de lo que se hace es producto de la casualidad, sino que se debe a lo que se tejió (o escribió) antes y, asimismo, cada nuevo punto o palabra justificará lo que se haga después.
Pueden cometerse errores, por cierto (no conozco libro perfecto), pero en general los buenos libros no solo saben para dónde van, sino que saben cómo recorren el camino de su historia.
No soy quién para juzgar la veracidad de los hechos narrados en “Joven y alocada: la hermosa y desconocida historia de una evangeláis” (Plaza & Janés, 2013), de la escritora Camila Gutiérrez, ni me interesa hacerlo. En esta novela autobiográfica, Camila narra su infancia, adolescencia y temprana adultez en una familia rodeada por el ambiente opresivo de la Iglesia Evangélica (“Carismática” en el libro) donde esta se desarrolla, y cómo la niña asustada y curiosa se convierte en una adolescente y luego adulta en rebeldía con su educación e historia familiar, descubre paulatinamente sus inclinaciones sexuales, y reflexiona sobre cómo su decisión de mostrarse tal cuál es en un fotolog y luego blog secretos para sus padres (típica contradicción adolescente) se traduce en la película que la directora Marialy Rivas presentó en Sundance en 2012.
Dividido en tres partes principales (más un “Diccionario canuto” para orientar a quienes no estamos ni estuvimos en dicho círculo), el libro es una narración lineal fácil de seguir con ciertos capítulos donde la autora vuelve para describir a algún personaje importante (pienso en el de Tía Paulina en la primera parte) o profundizar en alguna definición o momento relevante para poder entender la historia (la “etapa Protolesbos”, por ejemplo). Además, la mayoría de los capítulos son muy cortos, lo que ayuda a una lectura rápida.
Sin embargo, tengo un problema con el tono: el libro trata de desenvolverse con un desenfado muy juvenil sobre una historia que, en lo personal, me resulta trágica. No es la primera novela ni historia real sobre desencuentros entre hijos y sus padres, pero en especial la parte final (cuando describe las consecuencias que tuvo en la vida de su hermana) me habla de ciertos conflictos que devienen en divorcios irreconciliables que, sin embargo, se cuentan con una soltura de lenguaje que, aunque no caótica, se me hace incómoda porque siento que nunca me deja encontrar la historia del todo.
Tal vez la misma Camila al comentar “escribir de cosas que me ponen/me pusieron triste y que suenan a chistoso me ayuda a decir «ah, no es tan terrible»” revela el mecanismo para escribir la historia: tratar la tragedia con sorna para que suene menos trágica. El problema es que me suena inconsistente, tanto por la introducción constante de neologismos (“evangeláis, corasound, ecperiencia) o que dichos términos no aparezcan en toda la narración (varias veces aparece un “corazón” o un “extrañar” cuando su reemplazo ya ha sido revelado), como porque hay momentos donde uno no puede involucrarse del todo en el momento terrorífico o doloroso porque la narración intenta escapar constantemente a dicho enfrentamiento para hacer reír. Y si bien admito que Camila domina bien ese código jocoso que instala, me provoca más frustración lectora que momentos de risa.
Siendo el primer libro de Camila Gutiérrez, y a la vez un escrito autobiográfico, puedo especular que fue difícil hacerlo para ella por su compromiso emocional y que por lo mismo puede seguir evolucionando en su escritura. Dicho eso, hay puntos y patrones que se me vuelven tan incómodos que, aunque terminé rápido el libro, me dejó un sabor algo decepcionado. Quizás hay veces en que, como lo hicieron muchas veces nuestras abuelas y madres, hay que desarmar todo el tejido y empezar de nuevo.
“Joven y alocada: la hermosa y desconocida historia de una evangeláis”
Camila Gutiérrez
Plaza & Janés
2013