Chile ha vivido en las últimas semanas un proceso de cambios y activación social vertiginosa. Desde el 18 de octubre de 2019 se ha producido una movilización, sin precedentes desde el regreso a la democracia en 1990, que no sólo ha copado las calles de todas las ciudades del país, sino que ha permeado todo espacio de discusión ciudadana.
La sociedad chilena ha, según los propios protagonistas del proceso, de un largo sueño. El despertar causó sorpresa a muchos, pero una simple revisión de la historia reciente permite vislumbrar síntomas claros de cómo se incubaba el descontento. El propio Presidente Piñera se jactaba, sólo unas semanas antes, de que el país era un verdadero oasis en medio de una región turbulenta e inestable.
A la fecha que escribimos esta nota han transcurrido 18 días de permanente movilización, marcada por masivas protestas pacíficas, hechos de violencia callejera y saqueos del retail; por represión por parte de la policía y las FFAA que arroja un saldo de numerosas denuncias de casos de violación de los Derechos Humanos; 20 muertos, torturados, heridos a bala, lesionados por atropellos, detenciones arbitrarias y la espantosa estadística de 180 personas que han perdido la visión de un ojo producto de los balines de goma usada para reprimir por la policía.
Paralelo a este preocupante panorama, tras las manifestaciones inorgánicas de los primeros días, la sociedad chilena ha estado realizando miles de Cabildos Ciudadanos Auto convocados que permiten recuperar un espacio perdido de conversación cotidiana. En esas discusiones se da cuenta de una sociedad polítizada, preocupada de su devenir, activa militante y defensoras de causas múltiples, etc. Una sociedad, aparentemente, inexistente antes del 18 de octubre de 2019.
Los cabildos son territoriales, se organizan en el barrio o alrededor de las Juntas de Vecinos; pero, también, son sectoriales y hay cabildos en el ambiente sindical, entre los compañeros de trabajo, en las comunidades educativas, en las organizaciones sociales y culturales, en torno a los fanáticos de determinado club deportivo, en fin.
Este ambiente de discusión no ha sido ajeno al mundo de la cultura, tampoco ha dejado de impactar a los actores involucrados a la gestión de las bibliotecas y el ámbito literario.
La escuela de Bibliotecología de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), bajo la dirección de Guillermo Toro Araneda, junto a los alumnos de la carrera, organizó el 05 de noviembre pasado, el Cabildo de Reflexión y Dialogo para el Cambio. En el evento participaron más de 60 personas, la mayoría miembros de la comunidad universitaria pero también concurrieron representantes diferentes al ámbito docente. En este sentido, cabe destacar, que los Cabildos se caracterizan por ser abiertos a todo público y, si bien pueden tener una temática específica, siempre parten del análisis de la situación política y social por la que atraviesa Chile.
El cabildo de la UTEM permitió una discusión inicial en torno al origen y las causas del proceso de asamblea en que el país se encuentra. Una segunda pregunta tenía que ver con el rol que correspondía a los bibliotecarios y las bibliotecas en la resolución del conflicto presente y, finalmente, la tercera pregunta plateaba el papel que la comunidad universitaria, en paro indefinido, podía jugar en la discusión nacional.
Por otra parte, el 02 de noviembre la emblemática de Sociedad de Escritores de Chile (SECH), uno de los símbolos de la resistencia cultural a la Dictadura de Pinochet, también organizó su Cabildo Abierto. El intenso trabajo se refleja en las conclusiones de dos de sus comisiones. La primera, denominada, Nueva Constitución para Chile, que concluyó en consenso: “la urgente necesidad de dar paso a un Plebiscito Vinculante que legitime el ejercicio de la soberanía a través de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, de la cual finalmente emane una Carta Fundamental efectivamente basada en los preceptos aquí definidos”.
La segunda comisión del Cabildo de la SECH: Propuesta para una nueva legalidad cultural. Permitió que sus integrantes concluyeran un listado de medidas urgentes para reparar la situación de la creación cultural en Chile, en el preámbulo indican: “Hoy en día las políticas culturales, están orientadas a financiar a las grandes industrias, universidades, municipios, fundaciones, corporaciones de artes, editoriales, entre otras, siendo destinados hacia ese sector el 0,4 % de los fondos de cultura. No existe una política cultural clara que vaya en beneficio de las y los escritores y los gremios que los representan. Esto dificulta la difusión y comprensión de la cultura en su más amplio espectro, especialmente su conexión con lo popular, dejando al pueblo sin canales desde dónde construir su identidad y sus saberes. Esto incide directamente en las dificultades que presentan los gremios de las artes para sostener un programa cultural, que vaya en beneficio de todas y todos los creadores por las cifras insignificantes que se reciben de subvención estatal”.
Finalmente, tras una marcha, en el centro de Santiago, el editor Galo Ghigliotto, los escritores Margarita Bustos, Nona Fernández y Marcelo Leonart y los poetas Elvira Hernández y Jaime Luis Huenún, decidieron organizar un Cabildo que reuniera a escritores y editores para levantar la voz frente al proceso chileno.
Así es como este martes 05 de noviembre de 2019, más de 100 creadores literarios se abocaron a analizar la situación y el rol que, como escritores, les correspondía jugar en ella. En los diferentes grupos de trabajo, un constante fue la formulación de condena y preocupación por la violación de DDHH en los últimos días.
Una de las propuestas surgidas de esta reunión fue la realización de una “Marcha de los lápices”, donde los autores se manifestarán hasta La Moneda, otra es la de hacer un libro gratuito descargable que genere “memoria histórica”. Asimismo, se señaló “abrir espacios de reflexión”, efectuar talleres, y revisar la literatura del trauma y ponerlo a disposición de quienes no la conozcan.
Los escritores insistieron en “recoger” las demandas de la calle que están impresas en las paredes de la ciudad y también se habló de la creación de cómics, fanzines, la utilización del humor político y de elaborar consignas como “Que no nos gobierne la ignorancia.
Sin duda Chile experimenta un cambio epocal estos días. Las bases de un modelo económico y político dominante los últimos 30 años, está siendo cuestionado desde sus raíces. Las discusiones de estos días tienen voces iracundas, pero a la vez también esperanzadoras. Hay compromiso con el presente y con el futuro, grandes masas de personas sensibles y responsables. Nada malo puede salir de esta coyuntura histórica y los escritores, los creadores y creadoras de libros, los mediadores de lectura y las bibliotecas están en sintonía con este enorme proceso de reflexión nacional. En buenahora.